viernes, 22 de agosto de 2008

VISITA AL COLEGIO

Llegué al colegio a buscar a Tamara, la recogí en su curso y de repente me acordé de que un amigo me pidió localizar allí mismo, en el San Juan, a un señor cuyo nombre tengo ahora, como dicen, en la punta de la lengua. Pregunté por él, y me indicaron con el dedo índice el pasillo donde estaba la Dirección.

Distinguí en una puerta las letras que formaban el nombre que aún no me pasa de la punta de la lengua, al mismo tiempo que salía por la misma un hombre de color y bajo en estatura, al que Tamara se queda mirando como asustada, y él le dirige una mirada profunda a la niña, mientras hace los gestos de una persona a la que falta el aire y jadea una y otra vez, cuando de repente a Tamara también le empieza a faltar el aire y noto que se ahoga. Le grité al hombre de color algo que no recuerdo, al darme cuenta de que las muecas fingidas del ahogamiento de uno, tenían que ver con el ahogamiento real de la otra, y este escapó huyendo. Sólo me cercioré de que la niña respiraba normalmente (su asfixia terminó justo con la huida del tipo) y corrí detrás de aquel extraño personaje. Mi hermano Leandro, que se había quedado en el carro, apareció detrás de mí acompañándome en la persecución y llegó a sacar hasta su arma para hacer un par de disparos sin suerte. No fue posible alcanzarlo, desapareció de nuestra vista tan rápido como había aparecido.

Llamé a mi amigo, convencido de que aquella era la persona que me había pedido buscar, y la confusa explicación que me dio no me dijo nada, pero le dije a mi hermano que sin falta, al día siguiente, volvería a buscar, si es que podía soñar nuevamente lo mismo, al hombre que había intentado robarle el aire a Tamara.